lunes, 23 de noviembre de 2009

Kafkiano

Esta entrada es por ti, por tu arrogancia y tu soberbia.

Durante meses he callado, he tenido que morder mi lengua para que el veneno que guardo en mi ser no salga cada vez que te veo, te escucho o simplemente te recuerdo. Tu olor y tu voz se han convertido en lo que más odio.

De ti heredé el físico, me enseñaste a ser arrogante y agresivo -defectos que ahora odias con cada fibra de tu ser- pero nada más. Mis recuerdos junto a ti siempre han sido desagradables, un velo compuesto de resentimientos siempre estaba presente, aún en los momentos buenos; nunca lo pude evitar simplemente recordaba todas aquellas cosas que no debías de hacer o esas que aún teniendo que hacer pasabas por alto.

He tratado con todas mis energías no decirte nada, es bastante complicado hacerlo pero he entendido que para ti la única verdad es la que tú haces día a día, no importa que psicológica, filosófica o humanamente no tengas la razón, si los conceptos no concuerdan con tus ideas simplemente es cosa de estúpidos o de charlatanes como te gusta decirles a aquellos que saben más que tú.

Ahora he comprendido que no puedo entenderte y esto no es por la profundidad de tus pensamientos sino precisamente por la falta de esta. Simple y llanamente puedo decir que eres un pendejo, así nada más un P E N D E J O, debe de ser fuerte que un ser que ayudaste a crear te cosidere poco menos que basura o bien como aquella palabra que tanto aborreces y que define perfectamente tu ser: MIERDA.

Desearte la muerte sería el peor error que podría cometer, en su lugar te deseo que vivas durante muchos años para que así, durante cada segundo de tu miserable existencia te des cuenta de lo poca cosa que eres en este mundo.